05 septiembre, 2009 | |

Para no molestar

















No, no iba a llegar tarde otra vez. No iba a pasar otro día sin ver a los chicos, sin poder darles un beso antes de que se vayan a la cama. Ya ni hambre tenía de tantos cafés fríos y galletitas viejas y le quemaba la vista por culpa delas horas y horas frente a la puta pantalla.
No iba a soportar otra noche más la cara de Marisa, ni su rabia: que para eso se casó, que al final estaba siempre sola, que para qué trabajaba tanto, si igual la plata nunca alcanzaba ….
Aunque, pensándolo bien, hacía semanas que Marisa no se quejaba. Más bien la encontraba sonriente y descansada, aun cuando casi no le hablaba …. en realidad ni siquiera le dirigía la palabra! No se había dado cuenta! Llegaba tan cansado que manoteaba una cerveza de la heladera y se quedaba dormido en el sofá con la tele prendida.
Pero todo eso iba a quedar atrás hoy. Cuando fue a poner la llave en la cerradura oyó sus voces alegres. Miró por la ventana y vio a Marisa y a los chicos, felices cenando, charlando, con esas sonrisas que no veía hace tiempo. Pero cómo! Y ese tipo? Quién era? Tenía cara conocida …. de dónde? Tan parecido a ….. a él, idéntico a él.
Se quedó fumando en la vereda, para no molestar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece excelente, es la literatura que me gusta. Te felicito ! Tito

Anónimo dijo...

Sin palabras, es uno de mis cuentos preferidos tuyos, y con razón! La ficción y la realidad se mezclan en un punto y te hace dudar... un estilo muy oriental, ME ENCANTÓOOO...bs Charly