31 julio, 2009 | | 0 comentarios

Sarita


Si, me voy a poner el conjunto de lana, “twin- set”, como se dice ahora … -“le ilumina la cara, Sra. Sarita”- me dijo la peluquera. A José (pobre!) también le gustaba el rojo. Y las zapatillas, aunque si me viera la Nati … pero qué saben las chicas jóvenes de artritis o de callos?. Ya le encargué al portero que me guarde los diarios. Si no, me atraso con las noticias, y los fúnebres … además me entretienen las palabras cruzadas, sobre todo con el mate de la tarde.
Por suerte la Nati se ofreció a darle una vueltita a la gata mañana. Será para poder venir con el novio? Bueno, ahora es así la cosa, que se ocupen los padres, che … Por lo menos, es más cariñosa que el Nahuel, semejante vago, que solo aparece por acá a principio de mes, cuando cobro la pensión, a ver si la abuela le da unos pesitos …. Y yo le doy! Me gusta que venga, es bueno tener varones cerca, una se siente más segura, no?
Ah! Ahí está la Raquelita! Siempre tan puntual. La llave del gas! Yo la cierro … aunque sean solo tres días, uno nunca sabe…! Y la Susana, siempre quejándose del marido, ya va a ver, cuando se quede sola! Ay! Los lentes! Dos pares. Ya va! Ya va! Y todavía faltan los remedios, y el saquito de lana por si me desvelo …. qué viejo está! No, mejor no lo llevo, qué van a decir las chicas …

30 julio, 2009 | | 1 comentarios

Farewell















This is the day I say farewell
I’m bleeding out, I have to go
but not a sound will be perceived
as this sweet red flower flows
before my breath is finally gone

If only a voice, a smile, a tear,
some human warmth I culd have now,
at least one single kind witness
on this quiet evening
as I fly away.

01 julio, 2009 | | 1 comentarios

Tan solo ...













El le levantó el jarro con caldo atado a la punta del palo como todas las mañanas. Tenía la misma media sonrisa de los últimos tres años. Después, como siempre sin mirarla, vendría el pan, y por la tarde, el tacho para que ella usara como “baño”, ahí mismo, en la jaula de escaso metro cúbico, suspendida sobre el suelo hasta quedar justo justo a la altura de sus ojos, aunque casi no la miraba.
Al regresar por la noche, retiraría el tacho y el jarro, y si había tenido un buen día en la oficina, le daría una o dos piezas de fruta. Por supuesto, no apagaría la luz, nunca lo hacía, ni le daría nada para cubrir su carne desnuda … Era igual, ya estaba acostumbrada. Lo peor había sido aquella época en que -nunca supo por qué- dejó de ponerle la manguera con la que se lavaba durante casi dos meses ...
Pero no importaba. Ya nada importaba. Él era su mundo ahora. Seguramente antes ella habría tenido … familia? trabajo? quién sabe … no lo recordaba. A veces había llegado a pensar en dejarse morir, pero luego descartó la idea: el se quedaría tan solo …!!!