01 julio, 2009 | |

Tan solo ...













El le levantó el jarro con caldo atado a la punta del palo como todas las mañanas. Tenía la misma media sonrisa de los últimos tres años. Después, como siempre sin mirarla, vendría el pan, y por la tarde, el tacho para que ella usara como “baño”, ahí mismo, en la jaula de escaso metro cúbico, suspendida sobre el suelo hasta quedar justo justo a la altura de sus ojos, aunque casi no la miraba.
Al regresar por la noche, retiraría el tacho y el jarro, y si había tenido un buen día en la oficina, le daría una o dos piezas de fruta. Por supuesto, no apagaría la luz, nunca lo hacía, ni le daría nada para cubrir su carne desnuda … Era igual, ya estaba acostumbrada. Lo peor había sido aquella época en que -nunca supo por qué- dejó de ponerle la manguera con la que se lavaba durante casi dos meses ...
Pero no importaba. Ya nada importaba. Él era su mundo ahora. Seguramente antes ella habría tenido … familia? trabajo? quién sabe … no lo recordaba. A veces había llegado a pensar en dejarse morir, pero luego descartó la idea: el se quedaría tan solo …!!!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me fascino la descripcion escatologica del amor.
Me parece a mi o estas sufriendo un amor torturante?
Edgar Alan Poe quedo a la altura de un poroto.
Los condenados eran clocados dentro de las jaulas y colgados en el exterior de las murallas para morir de hambre o sed. Los buitres hacian la limpieza.