20 agosto, 2009 | |

Apenas



Sostenías apenas la enorme taza blanca con tus manos chiquitas. Tenías la mirada clavada en el té, como si su vapor fuera a devolverte la fuerza que se te iba escapando con cada palabra. - Estoy bien - decías, con esa inquietante voz infantil que ponías cuando tenías miedo. Tu pelo rojo se derramaba sobre la almohada, también blanca, como insólita flor tardía en el invierno del cuarto. Quise gritar, pero … a quién? Tu pequeño dios indolente estaría seguramente mirando para otro lado mientras se enfriaba tu té …

0 comentarios: