21 enero, 2010 | | 1 comentarios

Cementerio de Yala












I

Detrás de la tumba de Perpetua Mamaní crece una impertinente mata de “alegría del hogar”. La planta, un escándalo de color, goza de tan buena salud que ya cubre casi todo el mármol. Es que Perpetua la riega noche de por medio. Ella quería flores, y como hace décadas que nadie la visita …

II

La maleza tapa la pequeña lápida de Sergio Espinosa (16-8-65 / 26-3-70) a quien “Sus Padres y Hermanitos Nunca Olvidarán”. Escondido entre los yuyos, un autito de carrera descolorido. Seguramente, su juguete preferido.

III

Muy sencillo el nicho de azulejos negros donde descansa Leocadio Quispe (8-6-1920 / 23-8-1976). Flanqueando su foto sepia de marco ovalado, dos frascos con flores de plástico como único ornamento. La pequeña placa indica: “Su Esposa e Hijos”, en síntesis ejemplar. A un costado, dos bidones con agua, bien tapados. Se sabe: si el muerto decide volver, seguro llega con sed, por el viaje.

IV

“¡Liliecita!
Tu Mamita Genara
Tu Papito Concepción
Te recuerdan con Cariño
Y Corazón”


Sobre el mármol blanco de la tumba de Liliecita hay dos piedras. Mamá Genara no quiere que su nena se le escape por las noches a jugar con los otros chicos del cementerio. Por eso las puso ahí, con el mismo gesto con el que la arropaba cada noche.