14 julio, 2010 | | 0 comentarios

Happy Birthday











Cualquiera que supiera que ese día era mi cumpleaños estaba a más de siete mil quilómetros. Cuando hice los planes para el viaje, decidí que la fecha no era realmente algo importante, y que los festejos se podían diferir para mi regreso. Un día de trabajo intenso en una ciudad ajena. Vestimenta sobria, el único espacio cedido a la vanidad habían sido los tacos y un anillo antiguo de amatista, regalo de un amante al que nunca logré sacarme de la cabeza.
Atardeció antes de que me diera cuenta. Camino al hotel, repasando mentalmente las tareas pendientes, las velitas ardiendo sobre las mesas de un pequeño restaurante me recordaron la fecha. Aunque desde temprano tenía decidido el programa de la noche: baño de inmersión + room service + control remoto + Rivotril, me vi sentándome en una de las mesas con el menú en la mano. Todavía estaba pensando qué pedir, cuando se acercó la camarera con una copa de champagne y una notita y me dijo: - “Se las envía el señor de aquella mesa”. La nota decía: “Soy extranjero. Hoy es mi cumpleaños. No quisiera cenar solo. Me acompaña?”.